Soy del pensamiento de que todos los jóvenes debemos reclamar nuestro espacio, reivindicar nuestras necesidades y las de otros muchos que no tienen voz. El hecho de que en los últimos años haya cambiado la concepción que la población tiene sobre las formas de participar en democracia ha favorecido no sólo acudir puntualmente a las urnas, sino que pensamos hacer mucho más.
La participación es un concepto mucho más amplio y, sobre todo, colectivo. Aquí es donde se encuentra la importancia del asociacionismo, que permite no sólo defender valores, ideas y discursos, sino hacerlo con la fuerza de un colectivo. Además, pertenecer a una asociación juvenil puede ser una buena experiencia pues formarás parte de un grupo que comparte tus intereses y aficiones, conocerás mejor a los jóvenes del pueblo, disfrutarás, te divertirás...
Actividades en la naturaleza, defensa del medio ambiente, de nuestra dehesa, cooperación, música, juegos, teatro o preocupación por tu gente y tu pueblo pueden ser buenas razones para asociarte. De nada sirve quejarse y mantenerse impasible ante lo que te preocupa.
Debes tomar parte, burcar el cambio y éste es el mejor vehículo. Ten en cuenta que un buen movimiento asociativo es sinónimo de una democracia verdaderamente participativa, con capacidad de crítica y denuncia.
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